¿Entonces, qué?

¿Y si los esquemas de mi vida, todo lo que yo creo cierto, correcto, lo adecuado, no tienen sentido? ¿Y si he estado viviendo de la manera que yo creía la acertada y en realidad no lo es? ¿Y qué pasa si en realidad no soy más que una mierda? ¿Y si no soy más que un bicho raro? ¿Y si creo que tengo amigos y en realidad lo único que tengo son puñales clavados en la espalda? ¿Y si soy la oveja negra de mi familia? ¿Y si soy el principal objetivo de los cuchicheos? ¿Y si soy una de esas personas, que tanto detesto, que se creen que todos las adoran y en realidad las odian? ¿Y si la gente está conmigo por pena? ¿Y si cuando sea una viejecita en lugar de nietos y un marido que me quiera lo único que tengo son 45465324321 gatos? ¿ Y si mañana muriese y nadie soltase una lágrima por mi?

La felicidad está sobrevalorada.

Y la amistad.

Y el amor. 

Y el odio.

Y las lágrimas.

Y el dinero.

Cuando lo aceptes tal vez encuentres el sentido de tu vida, si es que quieres.

Perdón.

Dices que soy lo peor, que no me aguantas, que ojalá no me hubieses conocido, que borrarías cada uno de los momentos que pasamos juntos.
Sí, puede que fuese un cabrón, reconozco que posiblemente me porté como un verdadero capullo, que con lo que hice contribuí a reforzar la idea de que muchos hombres no merecemos la pena, pero lo cierto es que te amaba, te amaba de verdad. No hay excusa que justifique lo que hice, y aunque sé que es tarde para que me perdones... Quiero que sepas, que ni por un momento lo dudes, que te quería, te querré siempre.