“Procura no rendirte antes de tiempo, yo ya lo he hecho.
Solo decirte que no luches en mis batallas, que no mueras
por mí, que no quiero. Que escapes. Lejos. Que me beses y te vayas. Y ya.
Que no quiero que te ahogues en este puto mar conmigo. Con
todo lo que te he hecho perder ya. Guárdame una habitación en tu cabeza, pero
pequeñita y barata, para visitarte alguna vez, lo justo, para permitirme gastar un
par de lágrimas. Y un pase VIP a tu corazón, por esto de la costumbre, que me
hace desobedecer toda precaución y dejarme querer.
Pero aún así, con todo y con nada, que te quiero, que te
amo, que como tú nadie más, ah, y que esto serán otra de las cosas que no te
dejaré recordar. Lo siento.
Y ahora quema la carta. Hasta siempre, amor”
Y la olvidó. Solo le quedó la imagen de una desconocida en
la cabeza y un vacío en el corazón. Pero seguía soñando con ella cada noche y olvidándola al amanecer.
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